AL OIDO

Al oído

Te conozco,
se que guardas
bajo la suave
y tenue 
luz de tu mirada, 
mas amor del que sueles dar,
cuando decides entregar 
-sin reparos y sin miedos- tu dicha, 
Quizás alguna desconfianza
nació, 
como hija ilegítima del desencanto,
tal vez nadie 
fue capaz de leer en tus ojos,
de días sin noches 
y noches sin días, 
como puedo hacerlo yo,
(que como un ladrón de almas, 
he saltado por tus ventanas,
derribando puertas ciegas,
hechas de frases entrecortadas) 
sólo para tañir
eso que escondes y atesoras,
cuando nunca dices nada,
cuando solo callas, 
Como suelo hacerlo yo,
cuando me dejas,
hablando con el viento de la tarde,
sin la clave de todas las respuestas, 
siempre que no haya vacíos significativos
en la copa 
en la que suelo beber de tu tiempo, 
Yo se, 
mi bien,
mi reina,  
yo se que guardas,
ilusiones no confesas,
se que quieres ser 
irremediablemente feliz, 
se que deseas 
reflejarte en una sonrisa
que te haga única 
y divina, 
y por lo tanto 
más completa.
Conozco tanto de pesares,
como el mar eterno 
de los piratas del alma,
he sentido lo frío 
que puede ser el silencio,
abrazo tu deseo,
y mi mano extendida
es una ofrenda,
que siendo para ti, 
jamás sería ajena,
ni dejaría de ser sagrada,  
Permite a éste agorero
que pueda vigilar
la respiración de tu sueño,
abrigarte en el invierno,
que cuide del niño universal 
que es tu amor en pleno,
que vislumbre tu paso 
en el centro de su pecho, 
que escriba, 
que te espera 
en el rincón de la conciencia,
en el que totalmente, es,  
y sin el ruido de las dudas 
por fin lo ames
y por fin, 
lo quieras.

HUGO DEL PORTAL
De "El inventario del vacío verdadero"