Agradecer
Si hoy,
al despertar,
me sorprende,
un rojo amanecer
entrando por la ventana,
y en la calle
cuelga la injusticia
de algún poste,
y no hay miradas de rencor,
ni resentimientos legendarios,
y las gentes se saludan con afecto,
como celebrando un día de fiesta,
y si el hombre y su sombra,
brindan
y se dan la mano,
agradeceré a Dios,
y a la poesía,
si hoy,
pudiera,
trascender
de tantos ensimismamientos renegados
si pudiera sonreír sin espantos,
si no tuviera que cuadrar las cuentas,
pagar lo que nunca pago,
fumar, quizás, un poco menos,
devorar malos recuerdos,
y hallar paz,
adentro, en los mismos forros,
daría las gracias al viejo que vive
en el barrio más allá de las estrellas,
y por supuesto,
también a la poesía,
y si mi noche,
se colmara con tu presencia,
si tu mirada abarcara el sinfín de los deseos,
si tu risa fuera siempre tan hermosa
si tus manos fueran infinitas,
tu cuerpo,
mi templo de esperanzas,
entonces seguiría agradeciendo
a ese buen dador universal,
porque aun,
cada mañana,
le digo que soy feliz
de poder abrir los ojos,
que cada pena es
como un maestro que me enseña
y que mi corazón se puede
todavía envolver
entre metros de poemas,
gracias a su generosa comprensión,
a su promesa de paraísos celestiales
y a la levedad de tu vuelo,
que raudamente atraviesa
los ecos silentes del amor,
por eso,
gracias poesía,
gracias señor.
HUGO DEL PORTAL
De "solitario acompañado"
Si hoy,
al despertar,
me sorprende,
un rojo amanecer
entrando por la ventana,
y en la calle
cuelga la injusticia
de algún poste,
y no hay miradas de rencor,
ni resentimientos legendarios,
y las gentes se saludan con afecto,
como celebrando un día de fiesta,
y si el hombre y su sombra,
brindan
y se dan la mano,
agradeceré a Dios,
y a la poesía,
si hoy,
pudiera,
trascender
de tantos ensimismamientos renegados
si pudiera sonreír sin espantos,
si no tuviera que cuadrar las cuentas,
pagar lo que nunca pago,
fumar, quizás, un poco menos,
devorar malos recuerdos,
y hallar paz,
adentro, en los mismos forros,
daría las gracias al viejo que vive
en el barrio más allá de las estrellas,
y por supuesto,
también a la poesía,
y si mi noche,
se colmara con tu presencia,
si tu mirada abarcara el sinfín de los deseos,
si tu risa fuera siempre tan hermosa
si tus manos fueran infinitas,
tu cuerpo,
mi templo de esperanzas,
entonces seguiría agradeciendo
a ese buen dador universal,
porque aun,
cada mañana,
le digo que soy feliz
de poder abrir los ojos,
que cada pena es
como un maestro que me enseña
y que mi corazón se puede
todavía envolver
entre metros de poemas,
gracias a su generosa comprensión,
a su promesa de paraísos celestiales
y a la levedad de tu vuelo,
que raudamente atraviesa
los ecos silentes del amor,
por eso,
gracias poesía,
gracias señor.
HUGO DEL PORTAL
De "solitario acompañado"
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