El viejo pistolero,
suele cabalgar,
en un desierto,
que lo libra de testigos,
Han pasado muchas lunas
muchas ventiscas,
mucha sed,
y alguna que otra pelandusca,
desde que solía desenfundar
-por "quítame estas pajas"-
el antiguo revolver de las palabras,
El tiempo hace lo suyo
para que la marcha
se haga mas pesada
y el cuerpo no ayuda,
cuando se trata de distancias,
Que épocas aquellas,
en donde se dejaba amanecer
cerca del río,
Que momentos los vividos
entre columnas de piel de alabastro,
Que tardes en las que se encontró
con su propio rostro,
En el percutor,
solo recuerdos, como balas de salva,
como sueños borrosos,
como añoranzas del sol,
sus duelos y sus danzas,
Yo fui aquel viejo pistolero,
hoy descanso,
antes, del descanso de la nada,
liando cigarrillos
como buscando remembranzas,
Disparo,
se que voy a errar,
la santa muerte,
entonces,
lo intentará otra vez,
persigue mi recompensa,
jugando su revancha,
y que yo soy un hueso,
tan duro de roer,
medito si es momento,
de entregar las armas.